Sin miedo a perder.

A nadie que le guste el juego

va a ir a apostar sobre seguro;

eso es para los cobardes

que no se atreven a poner la mano en el fuego

por si en vez de sentir algo de calor,

se quemasen.

Cree en el destino.

Todo es más frío desde que te fuiste,

y en mi pecho sigue ese sinfín de preguntas.

A veces hace falta una eternidad para recordarte.

Es irónico.

No sé si quiero ver amanecer.

Le he pedido tantos deseos a las estrellas

que me asusta pedírtelo a ti
y que no se cumpla.

Te he visto tantas veces bailar sola

que ahora tengo miedo de ir a tu compás,

por si,

ya sabes,

te pisara.

Respirando bajo el suelo.

Nací el día que te acercaste a mí para que yo me perdiera

[entre tus ojos.

Esa era una batalla que tenías ganada antes de empezar.

Todo lo que vino después sólo fue el pretexto inventado para que yo me imaginara en mil escenarios distintos nuestro primer beso.

O para intentar justificar de cualquier manera que todas las canciones que escuchaba me recordaban a nosotros.

Y tu despedida hizo que aquel verano fuera invierno

[sin ti.

Nunca.

Nunca te dije que te quedaras,

tampoco te pedí que volvieras;

no fui capaz de perseguirte.

De luchar por ello,

aunque fuésemos una causa perdida.

Signos de puntuación.

Hoy me he dado cuenta
de que me acostumbro a ti demasiado rápido.

Siempre lo he hecho;

y nunca sabré cómo dejar de hacerlo.

Imágenes borrosas.

Todavía vuelvo a nuestras fotos

de vez en cuando.

Ya sólo te veo a ti,

esto es importante.

Aunque ya mucho menos de lo necesario

que se volvió en un día cualquiera,

en mi rutina de echarte de menos.