Nací
el día que te acercaste a mí para que yo me perdiera
[entre tus ojos.
Esa
era una batalla que tenías ganada antes de empezar.
Todo
lo que vino después sólo fue el pretexto inventado para que yo me imaginara en
mil escenarios distintos nuestro primer beso.
O para intentar justificar de cualquier manera que todas las canciones que
escuchaba me recordaban a nosotros.
Y
tu despedida hizo que aquel verano fuera invierno
[sin
ti.
Acepté
tu adiós como una declaración de intenciones de las que yo ya no formaba parte.
Pasaron
los meses y pese a que ya no estabas seguían sonando nuestras canciones.
Aunque
ahora fuera para que las bailaras
[con
otros.
Nadie
me advirtió que volver a verte después de tanto tiempo me haría sentirte aún
más lejos de lo que ya estabas.
Y
tampoco me avisaron de que escribirte iba a ser mi única baza en la guerra que
nunca más
Estuve
un tiempo respirando bajo el suelo, anclado a las raíces que un día quisimos
[echar juntos.
Esperando
a que algún día sin saber cómo ni por qué tropezaras con mi ausencia,
y te diera por preguntarte el qué será de mí.
Y
volví a nacer el día que volvimos a darnos nuestro primer beso mucho después de
nuestro primer beso.
Y desde
entonces
me ha faltado oxígeno
para no ahogarme
cada vez que tengo lejos tu
aliento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario