domingo, 31 de mayo de 2015

Ese momento.

Y, en ese momento, juro que éramos infinitos.
Os juro que en ese momento las agujas del reloj se detuvieron.
Que todo alrededor se inmovilizó para contemplar aquel instante de perfección.
Se hizo silencio,
haciendo así,
que sólo se escucharan nuestros latidos.

martes, 26 de mayo de 2015

Y esas ruinas, era yo.

Y llegaste tú.
Y con tu llegada vinieron un millón de sorpresas detrás.
Nunca acababa de entenderte del todo.
A lo mejor era porque ibas un paso por delante.
O a lo mejor era porque ni siquiera seguíamos el mismo camino.
Nunca llegué a saberlo.
Y sin embargo, ahí estaba yo,
siguiéndote el rastro.

¿Entonces cómo ir juntos si ni siquiera seguíamos el mismo camino?
¿Cómo darte la mano si la tenías tan lejos?
Como si tú fueras a saberlo...

Y realmente creo, que al igual que yo,
tú tampoco llegabas a entenderte del todo,
que por más que lo intentabas nunca te aclarabas,
y que cuando creías tenerlo claro,
aparecía una nueva duda.

Que tras esa capa de seguridad que enseñabas,
ocultabas un remolino de incertidumbres que ni tú misma eras capaz de deshacer.
Y que tras esa portada de confianza,
ocultaras ese saco de miedos,
fue lo que descolocó mis esquemas.
Lo que hizo que me perdiera.
Lo que hizo que te perdiera.

Y llegaste al fondo de nada
convirtiéndote en un todo totalmente superficial.
Haciéndote dueña del lugar.
Haciendo que mereciera la pena visitar unas ruinas
sólo por el hecho de que estuvieras tú en ellas.

Y nunca unas ruinas
fueron tan bonitas hasta que las pisaste tú.
Una salvación emergente.
Aquel caos envuelto alrededor de algo tan bonito
como lo eras tú.
Un desorden perfectamente ordenado
desde que tú llegaste.
Y esa salvación eras tú.
Y esas ruinas,
era yo.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Náufrago en una isla desierta.

Hace ya mucho que perdí el rumbo de mi vida,
hace ya mucho que se me fue el timón
de este barco,
que parece que naufraga en la playa de una puta isla desierta.